miércoles, 5 de mayo de 2010

ADORADO SEAS, OH DIOS MISERICORDIOSO!

EL CAMINO DE MARÍA

Cum Maria contemplemur Christi vultum!

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MARÍA ESTA SIEMPRE JUNTO A NOSOTROS

¿Quién, después de Tu Hijo, se interesa como Tú en el género humano? ¿Quién nos defiende sin cesar en nuestras tribulaciones? ¿Quién nos libra tan pronto de las tentaciones que nos acosan? ¿Quién toma nuestra defensa para disculparlas en los casos desesperados? En virtud de la fuerza que Tu maternidad te ha concedido ante Tu Hijo, aunque seamos condenados por nuestros pecados y que no nos atrevamos más a mirar hacia el Cielo, Tú por medio de Tus súplicas e intercesión nos salvas del suplicio eterno. Por eso el afligido en Ti se refugia, el que padece la injusticia a Ti recurre, el que está dentro del mal invoca tu asistencia. Todo lo que viene de Ti, Madre de Dios, es maravilloso, todo es más grande que la naturaleza, todo supera nuestra razón y nuestras fuerzas. Tu protección va más allá de nuestro entendimiento.

San Germán de Constantinopla

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen.

JESUS, CONFIO EN TI

"Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi Misericordia. (Diario, 687)

"Que se acerquen a ese Mar de Misericordia con gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en Mi Misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina." (Diario, 1520)

"El alma que confía en Mi Misericordia es la más feliz, porque Yo mismo tengo cuidado de ella." (Diario, 1273)

Palabras de Jesús Misericordioso, extraídas del Diario de Santa Faustina).

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Newsletter 509

TIEMPO PASCUAL

9 de mayo de 2010

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase). A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

Icono de la Divina Misericordia

ADORADO SEAS, OH DIOS MISERICORDIOSO!

Adorado seas, oh Dios Misericordioso,
Por haberte dignado descender del Cielo a la tierra.
Te adoramos en gran humildad,
Por haberte dignado elevar todo el género humano.
Insondable en Tu Misericordia, inconcebible,
Por Amor a nosotros has tomado el Cuerpo
De la Virgen Inmaculada, jamás rozada por el pecado,
Porque así lo has establecido desde la eternidad.
La Santísima Virgen, esta azucena blanca como la nieve,
Es la primera en adorar la omnipotencia de Tu Misericordia.
Su Corazón puro se abre con amor a la venida del Verbo,
Cree en las palabras del Ángel y se fortalece en la confianza.
El Cielo se asombró de que Dios se hubiera hecho hombre,
Que hubiera en la tierra un Corazón digno de Dios Mismo.
Por qué no Te unes a un Serafín, Señor, sino a un pecador?
Oh, éste es un misterio de Tu Misericordia.

Oh misterio de la Divina Misericordia, oh Dios de la piedad,
Que te has dignado abandonar el Trono celestial,
Y has bajado a nuestra miseria, a la debilidad humana,
Porque no son los ángeles sino los hombres los
Que necesitan Tu Misericordia.

Para expresar dignamente la Misericordia del Señor,
Nos unimos a Tu Madre Inmaculada,
Porque así nuestro himno Te será mas agradable
Ya que Ella ha sido elegida entre los ángeles y los hombres
A través de Ella, como a través del cristal puro,
Ha llegado a nosotros Tu Misericordia,
Por su mérito el hombre se hizo agradable a Dios,
Por su mérito los torrentes de gracias fluyen sobre nosotros.


Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"

"...El Dios de la Creación se revela como Dios de la Redención, como Dios que es fiel a Sí mismo, (Cf. 1 Tes 5, 24) fiel a su Amor al hombre y al mundo, ya revelado el día de la Creación. El Suyo es Amor que no retrocede ante nada de lo que en Él mismo exige la justicia. Y por esto al Hijo «a quien no conoció el pecado le hizo pecado por nosotros para que en Él fuéramos justicia de Dios». (2 Cor 5, 21; cf. Gál 3, 13.9) Si «trató como pecado» a Aquel que estaba absolutamente sin pecado alguno, lo hizo para revelar el Amor que es siempre más grande que todo lo creado, el Amor que es Él mismo, porque «Dios es Amor». (1 Jn 4, 8.16). Y sobre todo el Amor es más grande que el pecado, que la debilidad, que la «vanidad de la creación», más fuerte que la muerte; es Amor siempre dispuesto a aliviar y a perdonar, siempre dispuesto a ir al encuentro con el hijo pródigo,siempre a la búsqueda de la «manifestación de los hijos de Dios», (Rom 8, 19) que están llamados a la gloria. Esta Revelación del Amor es definida también Misericordia (Cf. Santo Tomás, Summa Theol. III, q. 46, a. l ad 3.),y tal Revelación del Amor y de la Misericordia tiene en la historia del hombre una forma y un nombre: se llama Jesucristo..." (Redemptor Hominis, 9)

En "Memoria e identidad" nuestro querido y recordado Juan Pablo II escribió sobre EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN COMO LÍMITE DIVINO IMPUESTO AL MAL:

"...La Redención es el límite divino impuesto al mal por la simple razón de que con la Redención el mal es vencido radicalmente por el Bien, el odio por el Amor, la muerte por la Resurrección.

La contienda entre el Bien y el mal en que vive el hombre se ilustra a veces con la figura de la balanza. Usando este símbolo, se puede decir que Dios, ofreciendo el sacrificio de su propio Hijo en la Cruz, ha puesto esta expiación de valor infinito en el platillo del Bien, para que, en definitiva, el Bien pueda prevalecer siempre.

La palabra "Redentor" que en latín se dice "Redemptor", cuya etimología se relaciona con el verbo "redimire" (readquirir), nos acerca a la comprensión de la realidad de la Redención. Con ella se relacionan estrechamente los conceptos de "remisión" y "justificación". Ambos términos pertenecen al lenguaje del Evangelio. Cristo perdonaba los pecados haciendo hincapié en que el Hijo del hombre tiene poder para hacerlo. Cuando le trajeron a un hombre paralítico, lo primero que dijo fue: "Hijo, tus pecados quedan perdonados" (Mc 2, 5); después añadió "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa" (Mc 2, 11). Así, aunque de modo indirecto, puso de relieve que el pecado es un mal mayor que la parálisis del cuerpo.

Cristo Crucificado es quien justifica al hombre pecador cada vez que éste, apoyándose en la fe en la Redención de Cristo, se arrepiente de sus pecados, se convierte y regresa a Dios. Para ser justificados ante Dios no bastan los esfuerzos humanos. Es necesario que actúe la gracia que proviene del Sacrificio de Cristo. Porque solamente el Sacrificio de Cristo en la Cruz tiene el poder de conceder al hombre la justificación ante Dios.

Por su Resurrección, Cristo "justificó" la obra de la Creación, y especialmente la creación del hombre, en el sentido de que reveló la "medida apropiada" del bien que Dios concibió en la historia humana. Una medida que no es sólo la prevista por Él en la Creación y empañada después por el hombre con el pecado. Es una medida superabundante, en que el designio original se realiza de una manera aún más plena (cf. Gn 3, 14-15). En Cristo, el hombre está llamado a una vida nueva, la vida del hijo en el Hijo, expresión perfecta de la Gloria de Dios: "Gloria Dei vivens homo": la Gloria de Dios es el hombre viviente." (Memoria e Identidad. Párrafos extractados de los capítulos 4, 5 y 6)

Les invitamos a descargar gratuitamente a su computadora el libro digital que lleva por título: MAYO, MES DE MARIA, que contiene meditaciones para cada día del mes de mayo, desde la siguiente dirección de nuestro sitio Virgo Fidelis

http://virgofidelis.com.ar/biblioteca2.htm

María nos enseña a reconocer en el Rostro de Jesús el Rostro de Dios

La Virgen María es Aquella que más que cualquiera ha contemplado a Dios en el Rostro humano de Jesús. Lo ha visto apenas nacido, mientras, envuelto en pañales, era colocado en un pesebre; lo ha visto apenas muerto, cuando, depuesto de la Cruz, lo envolvieron en una sábana y lo llevaron al sepulcro. Dentro de Ella se imprimió la imagen de su Hijo martirizado; pero esta imagen ha sido después transfigurada por la Luz de la Resurrección. Así, en el Corazón de María, está custodiado el misterio del Rostro de Cristo, misterio de muerte y de gloria. De Ella podemos aprender siempre a mirar a Jesús con mirada de amor y de fe, a reconocer en aquel Rostro humano el Rostro de Dios. (Benedicto XVI. Regina Coeli. Domingo 2 de mayo de 2010 .Visita pastoral a Turin)

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Queridos hijos; Hoy, a traves mio, el Padre bueno los llama con su alma llena de Amor a embarcarse a una visita espiritual. Queridos hijos, llenense de gracia, arrepientanse de sus pecados sinceramente y busquen el bien. Anhelen tambien en nombre de aquellos que todavia no han alcanzado la perfección del bien. Asi seran ustedes mas agradable a Dios. Gracias"i (Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz en Medjugorge. 2/5/2010


DEL VENERABLE SIERVO DE DIOS JUAN PABLO II

CONSAGRACIÓN DEL SANTUARIO DE LA MISERICORDIA DIVINA

Santuario de la Misericordia Divina, Cracovia
Sábado 17 de agosto de 2002

SANTUARIO DE LA MISERICORDIA DIVINA

"Oh inconcebible e insondable Misericordia de Dios, ¿quién te puede adorar y exaltar de modo digno? Oh sumo atributo de Dios Omnipotente, Tú eres la dulce esperanza de los pecadores" (Diario, 951).

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Repito hoy estas sencillas y sinceras palabras de Santa Faustina, para adorar juntamente con ella y con todos vosotros el misterio inconcebible e insondable de la misericordia de Dios. Como ella, queremos profesar que, fuera de la misericordia de Dios, no existe otra fuente de esperanza para el hombre. Deseamos repetir con fe: Jesús, confío en Ti.

De este anuncio, que expresa la confianza en el amor omnipotente de Dios, tenemos particularmente necesidad en nuestro tiempo, en el que el hombre se siente perdido ante las múltiples manifestaciones del mal. Es preciso que la invocación de la Misericordia de Dios brote de lo más íntimo de los corazones llenos de sufrimiento, de temor e incertidumbre, pero, al mismo tiempo, en busca de una fuente infalible de esperanza. Por eso, venimos hoy aquí, al santuario de Lagiewniki, para redescubrir en Cristo el Rostro del Padre: de Aquel que es "Padre Misericordioso y Dios de toda consolación" (2 Co 1, 3). Con los ojos del alma deseamos contemplar los ojos de Jesús Misericordioso, para descubrir en la profundidad de esta mirada el reflejo de su vida, así como la luz de la gracia que hemos recibido ya tantas veces, y que Dios nos reserva para todos los días y para el último día.

2. Estamos a punto de dedicar este nuevo templo a la Misericordia de Dios. Antes de este acto, quiero dar las gracias de corazón a los que han contribuido a su construcción. (...) Pido a Dios que recompense su magnanimidad y su compromiso con su bendición.

3. Hermanos y hermanas, mientras dedicamos esta nueva Iglesia, podemos hacernos la pregunta que afligía al rey Salomón cuando estaba consagrando como morada de Dios el templo de Jerusalén: "¿Es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta casa que yo te he construido!" (1 R 8, 27). Sí, a primera vista, vincular determinados "espacios" a la presencia de Dios podría parecer inoportuno. Sin embargo, es preciso recordar que el tiempo y el espacio pertenecen totalmente a Dios. Aunque el tiempo y todo el mundo pueden considerarse su "templo", existen tiempos y lugares que Dios elige para que en ellos los hombres experimenten de modo especial su presencia y su gracia. Y la gente, impulsada por el sentido de la fe, acude a estos lugares, segura de ponerse verdaderamente delante de Dios, presente en ellos.

Con este mismo espíritu de fe he venido a Lagiewniki, para dedicar este nuevo templo, convencido de que es un lugar especial elegido por Dios para derramar la gracia de su Misericordia. Oro para que esta iglesia sea siempre un lugar de anuncio del mensaje sobre el Amor Misericordioso de Dios; un lugar de conversión y de penitencia; un lugar de celebración de la Eucaristía, Fuente de la Misericordia; un lugar de oración y de imploración asidua de la Misericordia para nosotros y para el mundo. Oro con las palabras de Salomón: "Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Señor Dios mío, y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace hoy en tu presencia, que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta casa. (...) Oye, pues, la plegaria de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar. Escucha Tú desde el lugar de tu morada, desde el Cielo, escucha y perdona" (1 R 8, 28-30).

4. "Pero llega la hora, ya está aquí, en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en Espíritu y en verdad, porque el Padre desea que le den culto así" (Jn 4, 23). Cuando leemos estas palabras de nuestro Señor Jesucristo en el santuario de la Misericordia Divina, nos damos cuenta de modo muy particular de que no podemos presentarnos aquí si no es en Espíritu y en verdad. Es el Espíritu Santo, Consolador y Espíritu de verdad, quien nos conduce por los caminos de la Misericordia divina. Él, convenciendo al mundo "en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio" (Jn 16, 8), al mismo tiempo revela la plenitud de la salvación en Cristo. Este convencer en lo referente al pecado tiene lugar en una doble relación con la Cruz de Cristo. Por una parte, el Espíritu Santo nos permite reconocer, mediante la Cruz de Cristo, el pecado, todo pecado, en toda la dimensión del mal, que encierra y esconde en sí. Por otra, el Espíritu Santo nos permite ver, siempre mediante la cruz de Cristo, el pecado a la luz del "mysterium pietatis", es decir, del Amor Misericordioso e indulgente de Dios (cf. Dominum et vivificantem, 32).

Y así, el "convencer en lo referente al pecado", se transforma al mismo tiempo en un convencer de que el pecado puede ser perdonado y el hombre puede corresponder de nuevo a la dignidad de hijo predilecto de Dios. En efecto, la Cruz "es la inclinación más profunda de la Divinidad hacia el hombre (...). La Cruz es como un toque del Amor Eterno sobre las heridas más dolorosas de la existencia terrena del hombre" (Dives in misericordia, 8). La piedra angular de este Santuario, tomada del Monte Calvario, en cierto modo de la base de la Cruz en la que Jesucristo venció el pecado y la muerte, recordará siempre esta verdad.

Creo firmemente que en este nuevo Templo las personas se presentarán siempre ante Dios en Espíritu y en verdad. Vendrán con la confianza que asiste a cuantos abren humildemente su corazón a la acción Misericordiosa de Dios, al Amor que ni siquiera el pecado más grande puede derrotar. Aquí, en el fuego del Amor Divino, los corazones arderán anhelando la conversión, y todo el que busque la esperanza encontrará alivio.

5. "Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de Tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por los pecados nuestros y del mundo entero; por su Dolorosa Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero" (Diario, 476, ed. it., p. 193). De nosotros y del mundo entero... ¡Cuánta necesidad de la Misericordia de Dios tiene el mundo de hoy! En todos los continentes, desde lo más profundo del sufrimiento humano parece elevarse la invocación de la Misericordia. Donde reinan el odio y la sed de venganza, donde la guerra causa el dolor y la muerte de los inocentes se necesita la gracia de la misericordia para calmar las mentes y los corazones, y hacer que brote la paz. Donde no se respeta la vida y la dignidad del hombre se necesita el Amor Misericordioso de Dios, a cuya Luz se manifiesta el inexpresable valor de todo ser humano. Se necesita la Misericordia para hacer que toda injusticia en el mundo termine en el resplandor de la verdad.

Por eso hoy, en este santuario, quiero consagrar solemnemente el mundo a la Misericordia divina. Lo hago con el deseo ardiente de que el mensaje del Amor Misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de Santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza. Que este mensaje se difunda desde este lugar a toda nuestra amada patria y al mundo. Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús: de aquí debe salir "la chispa que preparará al mundo para su última venida" (cf. Diario, 1732, ed. it., p. 568). Es preciso encender esta chispa de la gracia de Dios. Es preciso transmitir al mundo este fuego de la Misericordia. En la Misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el hombre, la felicidad. Os encomiendo esta tarea a vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, a la Iglesia que está en Cracovia y en Polonia, y a todos los devotos de la Misericordia divina que vengan de Polonia y del mundo entero. ¡Sed testigos de la Misericordia!

Dios, Padre Misericordioso, que has revelado tu Amor en tu Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo, Consolador, te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.

Inclínate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten tu Misericordia, para que en Ti, Dios Uno y Trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza.

Padre Eterno, por la Dolorosa Pasión y Resurrección de tu Hijo, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.


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EL CAMINO DE MARIA . Edición número 509 para

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